Ignacio Galván necesitaba una noche como la del sábado. Una de esas en las que el fútbol devuelve todo lo que alguna vez pareció quitar. El lateral izquierdo de Atlético, de 23 años, ingresó en el segundo tiempo del triunfo 2-0 frente a Platense y cerró la historia con un derechazo preciso que significó su primer gol como profesional. Un desahogo, una recompensa y, sobre todo, una confirmación: su nombre volvió a estar en el que lugar en el quería, dentro del campo, con protagonismo y confianza.

El recorrido

El camino hasta ese festejo tuvo más espinas que flores. Galván pertenece a Racing, club en el que debutó en Primera. En el primer semestre de 2024 fue cedido a Defensa y Justicia, pero no sumó ni un minuto oficial. “Fueron momentos duros, difíciles, en los que uno no está jugando, pero hay que sobrevivir, sobrepasar esos momentos y mantenerse focalizado. Siempre supe que en algún momento iba a ser mi hora”, contó.

Cuando Racing le informó que no sería tenido en cuenta, apareció Atlético. El préstamo se firmó hasta diciembre de 2026 y, con la oportunidad, también renació su ilusión. Desde su llegada a 25 de Mayo y Chile, Galván se integró rápido y, en los primeros partidos del año, sorprendió con su despliegue por la banda izquierda.

Una sorpresa 

Lucas Pusineri le dio lugar desde el comienzo del torneo. En las primeras fechas, su capacidad para atacar y defender con la misma intensidad llamó la atención. Cuando el entrenador decidió utilizar una línea de cinco defensores, Galván se acomodó como carrilero y fue una de las piezas más activas del equipo.

Sin embargo, su progresión se frenó en la cuarta fecha, en la visita a Rosario Central, cuando una lesión muscular lo dejó varias semanas afuera. Esa inactividad lo relegó al banco de suplentes y, poco a poco, perdió la continuidad que había ganado a base de esfuerzo.

El gol

Contra Platense, Pusineri volvió a darle minutos. Galván entró en lugar de Miguel Brizuela y aprovechó la oportunidad. A los pocos minutos de pisar la cancha, tuvo una chance clara que el arquero rival le tapó en el mano a mano. “Me dio bronca porque me achicó rápido y definí apurado”, reconoció. Pero no se desanimó: en la siguiente jugada, repitió la proyección, esperó su momento y definió con frialdad. Gol y alivio.

“No me lo imaginaba así. Encima se me había dado una muy parecida un minuto antes. Pero por suerte la segunda se me dio. Estoy muy contento por mi primer gol de Primera. Incluso mis compañeros me pusieron el ‘ambidiestro’, porque a una le pegué con izquierda y a la otra con derecha”, dijo. El festejo fue sencillo, sin estridencias, pero cargado de significado. “Mi familia estaba muy contenta, me mandaron mensajes desde Buenos Aires. Es algo que se disfruta mucho”, añadió.

La perseverancia

La historia de Galván resume una virtud que Pusineri valora: la resiliencia. No bajar los brazos cuando el lugar parece perdido. No resignarse ante la falta de minutos. Y mantenerse preparado para cuando llegue la oportunidad. “A veces tenés momentos malos, pero sabés que en algún momento va a ser tu hora”, repitió el lateral.

Esa mentalidad es la que hoy lo vuelve a poner en la consideración del cuerpo técnico. Con el Clausura en plena definición, Atlético necesita jugadores que estén mental y físicamente listos para rendir. Galván demostró que lo está.

Lo que se viene

El futbolista sabe que el gol puede marcar un nuevo comienzo, pero también que lo importante es sostenerlo. “Ahora que hice este, obviamente quiero ir por otro más”, aseguró. Y enseguida bajó el tono, consciente de que en Atlético todo se construye desde la humildad. “Estoy esperando el próximo partido. Lo que más quiero acá es pelear grandes cosas, clasificar a una Copa. Sé que el grupo está para eso. Con esfuerzo y dedicación lo vamos a lograr”, finalizó.